Santa Marta lunes 5 del 2003
Leía presuroso una revista en la cual había guardado este trozo de papel. Mi prisa no era propiciada por otra cosa que el afán de encontrar un “café Internet” que tuviera línea y “Word “ para poder enviar unas hojas de vida a Bogotá; también estaba entre mis planes entrar a la biblioteca a investigar algo de la historia de Colombia durante la segunda guerra mundial para escribir un cuento histórico (vainas que yo no sé por que se me ocurren en vacaciones.) El tiempo corría mientras el mesero un tanto displicente con los turistas “cachacos”, escuchaba afanado mi pedido. Aquí frente al mar sobre la avenida primera en un restaurante de nombre “brisas del mar “, fácil de ubicar sobre la 15 o 14. El cuadro típico se completa cuando para tomar un tinto, el mesero me dice tranquilamente que ”por aquí pasan los tinteros vendiéndolo por que en ese restaurante se vende café con leche al desayuno, pero no se vende tinto”.
El tintero pasa al poco tiempo ofreciendo tinto, canela, café con leche y chocolate sin decir cuanto cuesta, saco la moneda de doscientos esperando ver la respuesta afirmativa en la cara del vendedor. En lo que escribo, otros clientes ocupan la mesa que me queda enfrente, el vendedor de la “ 9 Millonaria” también encuentra clientela allí. Saboreo el café alzando la vista de cuando en cuando estrellándome contra “El morro” a la vez que mordisqueo un pan tajado. Me angustio por que se me acaba la hoja pero me las ingenio para escribir del otro lado usado. Que vaina que a uno se le dé por escribir sin tener los implementos mínimos para hacerlo .Dicen que de noche se despierta el hemisferio artístico del cerebro, pero a mí parece que me pasa todo lo contrario.cargo en mis bolsillos todo lo que representa mi ciudad de origen.tal vez sea la brisa del mar por la mañana ( que por esta época está bastante alborotada a propósito)mirando una de los espolones, o el sol candente adormilante pero hoy no quisiera parar de escribir. Canturreo una melodía que me llegó anoche sin ningún mensaje en especial pero con una sensación suave y cálida. Todos se apresuran a aprovechar el día. Los que salen del hotel a la voz del guía para el parque Tairona a las 9:00. a.m. Los que compran frenéticos los regalos para sus familiares y yo que estoy aquí sin poder pararme por que tengo necesidad de escribir como el que tiene sed inacabable. Sueño en los años venideros, algún día dedicarme a escribir por la mañanita cuando la calma de una ciudad como esta llena de aires Vallenatos, no me crispe los nervios por la costumbre de vivir en los tiempos del ruido en Bogotá años 2000 y pico. Debe ser algo de masoquismo extrañar los estrujones en “Trasmilleno” o el caminar presuroso por el tradicional y ya casi olvidado septimazo, o el frío que cala los huesos por la mañana: Hay que cumplir con el ritual de las adoratrices del sol hoy por la tarde como todos los días. Los bolsos, los bronceadores, toallas, lentes esteras, llaves, monederos se encuentran listos. Y a mi muy a mí a pesar de estar sumergido en este paraíso tropical, me espera otra cita con la vida real.
Amilkar Brunal
Santa Marta 2003
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